Thomas se cree Alphaville. Capítulo 3º de T. P.

Esto no era lo previsto como tercer capítulo de Textos Prohibidos, pero Thomas parece empeñado en guiar mis pasos. Thomas es un nombre simbólico, como dije. Lo publicado en Yo acoso del Capítulo 2º y medio, no fue el único fino filtiré de encaje de bolillos. Por aquellos mismos días también me hizo llegar esto:

Thomas se cree Alphaville. ¿Inducción al suicidio?

Hacer esto no es nada fácil. Yo he estado intentando juntar palabras para ver si conseguía alguna combinación determinada, sólo para calibrar el grado de dificultad, y nada. Parece que hay que emplearse a fondo. O tal vez hay fórmulas matemáticas, no sé. No he conseguido nada. Puro filtiré. Y no me gustan ni las matemáticas ni los bordados

No me pasó desapercibido, pero fue al ver –de nuevo- Alphaville cuando lo recordé, a la luz de la mirada de Godard. En Alphaville el hombre, y, sobre todo, la mujer, tienen la obligación de servir al sistema, como si se tratara de una colonia de hormigas. Los disidentes: poetas, artistas, pensadores en general, son ejecutados o inducidos al suicidio, aunque también los hay que reciben tratamientos en centros especializados, para ser reeducados. Esa “reeducación” consiste en anular la voluntad

Después he recordado otras películas, o libros, en los que se cuenta lo mismo: el sistema debe ser un engranaje perfecto a toda costa: Gattaca, 1984, Un mundo feliz… La característica común en ellos es que es el individuo el que debe adaptarse al sistema y no al revés. También tienen en común que ocurren en el futuro.

Pero eso del futuro es sólo una cuestión del pasado, porque todo está ocurriendo ya, en el presente. Las grandes empresas, y no sólo de comunicación, controlan el mundo. Suena apocalíptico, sí. Pero porque lo es. Unas pocas empresas -relacionadas entre sí, y no competidoras, como cabría esperar- controlan la información y, lo que es peor, la opinión. A través de este control van creando hábitos y valores que moldean las emociones y los pensamientos y, desde aquí, el comportamiento social masivo, el control del cerebro humano. Y los adversarios son indeseables a los que todos tienen la obligación de perseguir

Yo ya estaba con la mosca detrás de la oreja. Las moscas es lo que tienen, que es imposible ignorar su presencia. Por eso me fijé en este titular:

Tres miembros (del gobierno de Maduro) citaron el jueves a representantes de  Repsol, BBVA, Mapfre, Iberia, Air Europa y Meliá, para exigirles que presionen al Gobierno y a los medios españoles… (16-2-2015, ABC)

ABC, implícitamente, está informando de que las empresas tienen capacidad de presionar a gobierno y medios. Los peones de los medios son los periodistas. O los que publican en los medios en general. Así que a lo mejor hay que poner, a alguno al menos, en cuestión. Porque los empresarios de los medios necesitan su colaboración ¿Cómo lo harían, si no? Por qué no, a petición de la cúpula, mover el temita un poco para acá, un poco para allá, delante y detrás un, dos, tres, yenka YAAAA!!!

Por eso, en caso de duda, mejor recurrir a la información alternativa. Ya dije algo de esto en La colaboración de los medios, del Capítulo 1º

Pero a lo que iba. Un presidente de gobierno, con sus asesores, su servicio de inteligencia, sus informadores situados en las mejores posiciones y con los mejores medios… CHÁN CHÁN… Les exige a las empresas que presionen al gobierno y a los medios españoles. Pero ¿Qué es lo que sabe que tiene esas pretensiones? ¿Es que las empresas pueden presionar al gobierno y a los medios españoles? ¿Es que tienen esa capacidad para presionar? Pues va a ser que sí

Con todo, no se está descubriendo el Mediterráneo ahora. José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas, de 1930; Karl Manheinn en El hombre y la sociedad en una época de reconstrucción, de 1935; Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, de los años cuarenta ya se refirieron a los mass media como formidables instrumentos de presión frente a un público indefenso Y Horkheimer en El eclipse de la razón, de 1947; Horkheimer y Adorno en Dialéctica de la ilustración, de 1947; y Marcuse, en Eros y civilización, de 1955 y El hombre unidimensional, de 1964, comparan nazismo y sociedad democrática, advirtiendo que en ambos sistemas hay explotación, control ideológico y represión, cambiando solo los medios empleados: el terror en el nazismo y la utilización refinada y exhaustiva de los mass media y de la cultura de masas en la sociedad democrática. Y esto es aplicable al consumo de música o de medicamentos. Siempre a beneficio de las grandes corporaciones. En fin, sobre control, igual que sobre gustos, hay mucho escrito. Sólo hay que animarse a leerlo

Pues todo esto me ha sugerido lo de Thomas con lo de Alphaville junto. A ver si va a ser que Thomas sí es Alphaville. El nuevo Alphaville es la empresocracia. Como me gustan los títulos se me han ocurrido varios

El regreso de Alphaville – Orange is the new black – Empresocracia is the new Alphaville – Empresocracia es la dictadura de la empresocracia – Thomas es empresocracia (tal vez sólo una hormiguita de jefe intermedio de empresocracia, pero cualquier día me lo ascienden, por los buenos servicios prestados)  – Se me acumula el trabajo

Y ¿Cómo se las ingenia la empresocracia para presionar a los presionables? ¿Mandarán emisarios como en los tiempos de María Antonieta? ¿Enviarán palomas mensajeras? ¿Tal vez una seductora nivel 3 como en Alphaville? Huy qué tonta, cómo no se me había ocurrido antes, emplean su medio preferido: el telefonazo

-Oye, pégale un telefonazo  a Thomas para que mañana me publiquen esto, lo quiero para ayer

-Sí, amo

¿Ustedes no se han fijado en que a las compañías telefónicas les encanta el telefonazo? La publicidad, las palizas, y todo eso que ustedes saben las dan por teléfono pero cuando un cliente se quiere dar de baja lo mandan ¡a Correos! Anda, tócate las narices.

-Puri, ponme con el jefe de Thomas

-Oye mira, jefe de Thomas, presióname un poco al gobierno que tengo una urgencia. Venga te debo una. Hoy por ti, mañana por mí. Me das un telefonazo

-Venga, nos tomamos unos Möet Chandon, o algo…

-Sí, sí. Sobre todo que sea caro, jeje. Ya sabes que tengo alergia a lo barato…

-Sí, lo barato para los esclavos. Hay que diversificar el mercao…

-El mercao, el mercao… Cómo me gusta el mercao. Qué salao, el mercao…

-Sí, sí. Pero que quede entre nosotros

-Sí, venga,  a los pardis les hacemos creer que no tenemos nada que ver los unos con los otros, que vamos por libre y que todo lo que les pase es porque ellos se lo han buscado y no tienen relación unas cosas con otras. Ya sabes que al final siempre pican, jeje. Nunca sabrán que somos un monstruo con cien cabezas. Jajajajajaja

-Y si alguno publica algo que no nos conviene, ya sabes, le aplicamos la directa, es decir, les quitamos la publi. Eso nadie lo resiste, jeje… es peor que el martirio chino, jajaja…

-Qué travieso eres, jeje

-Pero si es por su bien…

Sí. Algunas de estas compañías, por el bien de los usuarios, incluso tienen su propio foro, porque se forean ellos solos –oye para que foreen otros, nosotros mismos, pues-. Si. Por ejemplo, una compañía que acaba en ange tiene un foro para atender a los descontentos. Y allí, un chico muy bueno que se llama José Manuel, va solucionando los casos uno por uno, como una nueva Doña Elena Francis de las telecos. Les dice, tú mándame tu expediente que ya verás cómo te lo soluciono. Ellos mismos, en su mismidad, tienen su propio foro. Yo fago entuertos, pero después, los desfago en mi foro. En mi foro, forito, foro. Y cómo me lo fororería yo… Arsa, arsa, arsa… (o Harsa)

Este foro es como un campo de reeducación para revoltosos. Algo así como los tratamientos de choque de Alphaville, una última oportunidad antes de enviarlos al guetto. En el foro, José Manuel-Doña Elena, hace el papel de poli bueno, como Harrison Ford una vez que hacía de poli, yo creo que bueno

A las empresas es que hay que saber llevarlas, como a los hombres en el franquismo. Doña Elena Francis les decía a las esposas, allá por los años sesenta, que aguantaran a su marido, aunque fuera malo, que aprendieran  “a llevarlo”, con cariño y comprensión. Y que hicieran todo lo posible por salvar su matrimonio, a no ser que las matara. Entonces ya parece que se ablandaba un poco… porque era buena, es decir, buena era ella. Porque si alguna se rebelaba tal que así, Doña Elena se enfadaba mucho y la contestaba a través de las ondas –mass media al fin- diciendo ella siempre la última palabra. Las ponía en su sitio. En el guetto. Y es que todo tiene un límite, jolín…

KolordeCítara