La ópera, de Monteverdi a Mozart. Cuadro III

John Bull at the italian opera, de Thomas Rowlandson

La ópera italiana era a veces objeto de desprecio xenófobo en Londres. Imagen: John Bull at the italian opera, de Thomas Rowlandson

PERSONAJES CUADRO III

Castrato, Serenelli (nombre ficticio)

Criados

Aduladores de Serenelli

Natalia

Javier

 CUADRO III

(Escena en la que aparece el castrato recibiendo muchas atenciones: alguien le limpia los zapatos, otro le cepilla la chaqueta por detrás, le peina -o coloca la peluca- otro le hace la manicura… etc. El castrato está con actitud orgullosa, muy pagado de sí mismo, caprichoso. Los criados -nerviosos- tropiezan, se entorpecen…)

SERENELLI: (Con marcado acento italiano) ¡Presto, presto, veloce! Sois unos inútiles… está bien que un artista como yo llegue tarde, pero debo llegar, finalmente…

(Aparta a todos de un manotazo y va a por una partitura; empieza a hacer gorgoritos, vocalizaciones y se interrumpe para ordenar a sus criados que continúen)

Andiamo, andiamo, rápido… (Ah, ah, sigue vocalizando y canta un poco)

NATALIA: (Lleva un rato en escena, a un lado, con Javier, contemplando ambos el ir y venir del castrato, mirando a veces al público con complicidad y cara de circunstancias)

Pronto la ópera, a la que sólo iban los nobles y por invitación, se comercializó y llegó a un público cada vez más amplio, que pagaba su entrada. Ocurrió muy pronto en Venecia. Allí, los únicos que no pagaban eran los gondoleros: eran la claque y animaban la fiesta con sus descarados comentarios sobre los cantantes…

JAVIER: Sus opiniones influían en el éxito o el fracaso de una ópera. Los temas, mitológicos y de la historia antigua en la ópera cortesana, se convierten en la ópera comercial en historias de amor, en acontecimientos corrientes o extraordinarios del día… Y a principios del siglo XVIII, esta diferenciación provoca una división formal del género en ópera seria y ópera buffa

NATALIA: Mientras, los músicos, hartos de ser esclavos de la poesía, se rebelaron. Como resultado de esta reacción surgió el bel canto en el que letra y música pasan a tener la misma importancia.

Nace, además, una nueva estrella: el cantante; las cantantes femeninas y los castrati obtienen toda clase de privilegios y son mimados y adulados como cualquier estrella actual del cine, de la moda o del rock.

JAVIER: Y, al igual que se podaban árboles para conseguir caprichosas formas (gesto ampuloso) con ese gusto por la artificiosidad de los barrocos, se sacrifica a multitud de muchachos prometedores con el fin de obtener la característica voz de castrato, es decir, una voz con timbre de niño pero con potencia de hombre

SERENELLI: ¿Ma per qué tengo yo que ser esclavo de la poesía? Io sono Serenelli, il castrato piu importante di tutta l’Italia. Io quiero cantar. Canto, canto; vero canto; Bello canto… (Acento italiano)

[MÚSICA: (playback de Serenelli): «Generoso risuegliati o core» de la ópera Cleofide de Johann-Adolf HASSE (1710-1736) Banda original de la película Farinelli, il castrato 1’28»]

(Mientras han hablado Natalia y Javier, Serenelli y sus criados no han cesado de hacer monerías en escena. Además han entrado más personajes que han adulado, saludado, agasajado y regalado a Serenelli. Le han hecho retratos, le han puesto una condecoración… etc. pero todo gestual)

Cuadro III de La ópera, de Monteverdi a Mozart, por KolordeCítara

Una escenografía espectacular, característica de las representaciones de ópera en el Barroco. Imagen de la película Farinelli, il castrato

JAVIER: Oye Natalia, ¿Has visto la película Farinelli? Ahí, el castrato sale completamente distinto, vamos, es que no tiene nada que ver con éste…tan fino, delicado y seductor…

NATALIA: Sí Javier, pero ¿Qué quieres? Yo, antes de ver la película, siempre me los había imaginado como éste: gordito, mimado y un poco pelma… y si no pregúntaselo a los franceses de la época de Mazarino: no podían (recalcando «ni ver») ni ver a los castrati… Mira, según los datos que yo tengo, con esa operación que les hacían engordaban mucho…

JAVIER: Ya… la verdad es que con un castrato rellenito alguna de las cosas que cuenta esa película no hubiera resultado muy creíble…

NATALIA: Claro… (Decidida:) Además… Serenelli es (recalcando «mi») mi castrato… llevo mucho tiempo viéndole así y ahora no lo voy a cambiar porque hayan hecho una película. (Como repitiendo una lección:) No hay que dejarse influir tanto por los medios de comunicación… Nosotros presentamos otra versión ¿vale?

JAVIER: (Echando medio cuerpo para atrás, indicando «temor») Vale, jefa… yo tampoco quería decir que lo cambiaras… (Alzando la voz)­ Señoras y señores! ­No se vayan! ¡¡¡Volvemos… después de la publicidad!!! (Se van)

(Anuncio: Señor vestido de militar, asomando la cabeza por el marco de un televisor, dando órdenes a un soldado: Compre, compre… vea… oiga… Soldado: ¡A la orden mi sargento!

KolordeCítara

© septiembre de 1999